El Hierro IV

Creo que nunca he sido mas consciente de lo que esta isla significa para mi, que en este ultimo viaje que me he permitido poder hacer, toda una serie de rincones que, no porque no los hubiera visto ya, no dejan de hacerme sentir especial, por cincuenta mil razones distintas.

Pasear por senderos de piedras que están esperando la menor oportunidad para romperte las suelas, hacerte tropezar y darte de bruces con afilados cantos que te recuerdan lo frágil que es tu piel en según que condiciones, detener el coche en uno de los innumerables descansos que hay en estas carreteras estrechas, dejar que el viento te sacuda la puerta del coche, esforzándote para ganarle la partida a ese aire del cual ya reniegas porque trae la calima, ese polvo del desierto que escuece tu vista o quizás sea la sal del agua que esta todo el rato pugnando por saltar cada vez mas y mas alto al romper por las rocas , en las que me empeño en pasear, a la orilla de este océano que no deja de recordarme quien es, el dueño y señor de lo que me rodea.

Pasear solo, durante horas, hablando apenas conmigo mismo, lleno de silencios que en ocasiones rompo con la música del coche, si tengo suerte de que alguna emisora se quede cierto tiempo conectada o mas bien con alguna que otra exclamación, mas bien un reniego, lo que se dice un buen y señor taco, quizás incluso, me permito hablarme a mi mismo de lo imbécil que he llegado a ser en determinadas circunstancias, y entonces, como no puede ser de otra forma, me defiendo, me limito a ver la situación desde la perspectiva del tiempo, no ese que dicen que todo lo cura, no, de ese nada de nada, mas bien del tiempo, este si, que me hace ver las cosas con mas frialdad, mas objetividad, o sino al menos, con mas respuestas y certezas de las que carecía en un principio.

Si , es cierto, estoy paseando solo, sin apenas encontrar gente a mi paso, evitándola quizás de alguna forma, quien sabe, pero si es cierto que esta soledad autoimpuesta, de la que hay que vigilar, porque en ciertas dosis es buena, pero si me acostumbrara a ella…no me parece que la vida de ermitaño fuera a ser mi objetivo mas vital.

Me gusta la gente, no lo malinterpretes, principalmente la contraria a mi genero, vamos, esos seres increíblemente desconcertantes y maravillosos…vale, vale, lo acabare diciendo que son las mujeres ¿contenta?, pues eso, me gustan, lo que sin duda es el motivo de tantas cicatrices, no todas ¡¡eh¡¡, pero si de no pocas, y que, en este viaje mio a esta isla, a la que ya he puesto nombre a un par de rincones, perdón, me desvió del tema, pues eso, que no son pocas las cicatrices causadas por ellas, pero que en este viaje…me están haciendo sonreír mas que lagrimas al recordarlas.

La primera, la que hizo cuatro, la que fue la ultima,la antepenúltima, la que nunca tendré, la que solo esta en mi fantasía, aquella que solo me surge en una lectura de un poema, en esa película que solo la ves por la escena en la que ella surge..

Son cicatrices que, en algún caso aun solían dolerme, aun solía fijar la vista en el tiempo que se iniciaron, sorprendido por como aun no habían cicatrizado de forma correcta, como si de una deuda pendiente fuera, pero no era así, en el fondo, y lo he descubierto aquí, era yo quien se negaba a que cicatrizaran, como si un masoquista fuera, con el dolor que te causa placer, esa sensación que nunca entendí, pero que no era consciente de que lo estaba practicando.

Sabes quien soy, todo lo imperfecto que me acompaña, y sin embargo…aun sigues ahí conmigo, acompañándome a una nueva aventura mas allá de un océano, te permites el placer de enviarme audios de siete minutos, diseccionandome como poca gente es capaz, me agradeces que comparta uno de mis placeres, hacer fotos, con el hecho de ayudarte a que te conozcan mas allá de las redes, me animas a seguir escribiendo, volcando en unas lineas todo aquello que siento, tu, quien ya lleva publicados varios libros y del que me declaro, un mero aficionado…

Y podría seguir, sabes que estas ahí, entre ese grupo de seres maravillosos que han conseguido, que una caminata entre piedras afiladas, un viento que me hace lagrimear, horas de soledad autoimpuesta, de solo exclamar reniegos, de mas y mas, de mas instantes entre paginas virtuales, entre horas de trabajo, de quien sabe que rincón o momento especial mas pudieras estar, has conseguido que nunca me surja el pensamiento de sentirme solo, porque siempre has estado ahí, consiguiendo hacerme sonreír, calentar un poco mi alma, haciéndome soñar, sonriéndome al verme.

Se quien soy, alguien afortunado porque estés ahí, en mil y una forma distintas, en mil y un momentos concretos, en mil y un detalles que surgen.

Y si no lo sabes aun…

¿Te he dicho que te quiero?.

3 comentarios en “El Hierro IV

  1. Majo

    Qué necesario es conocerse!! En este paseo por tu isla nos regalas una línea de vida plena, con cicatrices y tatuajes que lo fueron por quien se ganó ese derecho. Un recorrido maravilloso por un camino sin terminar y por el que disfrutar, además de lo andado, del siguiente tramo a batir. Fantástico texto!!

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