Que puedo decirte de la cena…dos pescados recién capturados, un poco de frutopan, un par de cocos y la botella que nos la bebimos sin darnos cuenta.
Saque mi pipa y mientras la cargaba, note su mirada, has de entender que apenas les he visto fumar a los habitantes de aquí, podría decirte que me he pasado muchas horas entre ellos y podría contar con los dedos de una mano la visión de alguno de ellos con un cigarrillo en la mano, así que me sorprendí con la mirada que le daba a la pipa mientras la estaba cargando de tabaco.
Huelga decir que le ofrecí, y no se si fue mas bien por cortesía o porque lo deseaba, pero le dio una calada para acto seguido soltar un gruñido de placer¡¡¡
Yo me sonreía mientras, así que cuando me devolvió la pipa, volví a seguir fumando y nos quedamos los dos con la vista fija en las olas que intentaban saltar mas allá del muro de rocas que formaban el rincón donde nos hallábamos.
Se levanto y me dijo algo, que evidentemente no entendí y desapareció en la oscuridad, para luego, al cabo de unos minutos, volver con algo parecido a una pipa, pero que me pareció hecha con hueso de algún animal, no se, algo muy raro, pero no así su gesto cuando me pregunto si podría darle algo de tabaco…vamos a ver, no entiendo ni una papa de su idioma y le entiendo que quiera tabaco?…pues si, porque hay cosas que son universales.
Así que, ahí me tienes rebuscando en la mochila y sacando un paquete nuevo y ofreciendoselo a el, su cara era toda la genuina expresión de sorpresa por el regalo, y así, entre murmullos de agradecimiento, cargo la pipa y la encendió.
Ahí tienes a dos extraños, blanco y negro, uno mas joven, el otro solo un poco mas mayor, ambos mirando las olas, en plena noche, fumando lentamente y es entonces cuando….
Comenzó a hablar, acuérdate de que apenas entiendo dos palabras de su idioma, pero ¿sabes?, creo que me creerás si te digo que me contó su vida, como había crecido entre las dos islas, como vivió en la infancia la independencia de su país, como pescaba cada día para alimentarse a el y a su familia, como de extrañas son las mareas, como hay olas que no te avisan y te ponen en un aprieto, cuantos amigos perdió porque creyeron que eran mas fuertes o listos que las aguas que les rodean, como hizo su barca con los tablones que encontró tras un naufragio de un velero, me contó entre risas como estaba mas a gusto en medio del mayor de los temporales que en casa cuando su mujer le gritaba porque se había fijado en alguien mas, algo habitual en esta sociedad, como de orgulloso estaba de sus hijos, aquellos que habían sobrevivido a los primeros años, y que ahora comenzaban a traer sustento a casa, me contó las noches que quedo varado en mitad del océano, viendo noches parecidas, no ya con miedo, porque con el no puedes navegar, sino con la resignación de que hay cosas que son mas fuertes que tu y que debes aceptar y honrarlas, porque ello te hace grande a ti…. y aun se que me contó mas cosas y si me vas a preguntar si lo entendí todo, cuando antes te dije que apenas cogía dos palabras….has de saber que hay ciertas cosas, ciertas historias que repetiremos los seres humanos a lo largo de milenios y de los que, ningún sitio distinto del que hubiéramos nacido, puede evitar que surjan.
Así que ahí me tienes, asintiendo de vez en cuando, bebiendo el vino de palma que, no me preguntes cuando había sido, estaba a nuestro lado, gruñidos por mi parte cuando encendía una pipa que se iba apagando, silencios que de vez en cuando surgían en su historia, miradas cómplices que dirigíamos hacia el cielo, hacia el agua, hacia el viento que se empeñaba en soplar mas y mas fuerte.
Y me toco a mi, le conté el porque de este viaje extraño para muchos de quienes me conocían, incluso para la gerente de la agencia de viajes, que no lo tenia muy claro si no me vendría antes, con alguna escusa, le conté de mis sueños, de las mujeres que he querido, de las que he amado, alguna en silencio, a distancia, de lo vivo que me sentía por sentir el corazón latiendo, por mil y un aciertos y no menos errores, le conté que si la vida de alguien pudiera medirse por su legado, el mio estaba cubierto por mil vidas con la existencia de mi dolor de cabeza preferido, mi hija, le conté mi sorpresa cuando llegue a su isla, la primera vez que comí banana pan, el caracol ese tan grande que hacen con una salsa increíble, el vino de palma, la cerveza Rosema, una cerveza que no suele llevar etiqueta, la resignación con la que afrontan día a día esta gente, su gente, la sonrisa que te dedican si te paras lo suficiente como para que te miren a los ojos y no vean a un turista mas, sino a otro ser humano, solo diferente por el color de la piel, le conté lo que llegue a sentir, hará ya muchos años, en una pared de piedra, colgando de una delgada cuerda y gritando toda clase de obscenidades, entiéndase como tacos, insultos, y demás palabras llamadas malsonantes, mientras me negaba a ceder ni un solo centímetro de esa cuerda a quien me reclamaba su parte de vida, le conté las noches de lluvia que anduvimos caminando mis compañeros y yo, buscando aquien se había perdido, el frio que nos surgía en cada descanso de esas noches, le conte como nos llegabamos a reir de angeles y demonios por igual, de cuando nos negabamos a rendirnos.
Fueron las suficientes horas entre los dos para ver como el sol comenzaba a alzarse, el viento ya no rugía con la misma fuerza, las aguas comenzaban a descansar de tanto combate y nos encaminamos hacia la barca.
El viaje de vuelta lo hice casi con los ojos cerrados, no por el sueño de no haber dormido, sino por notar como ese sol que surgía me iba calentando cada centímetro mio, incluso cerrando los ojos, mi mano acariciaba el agua mientras navegábamos hacia la otra orilla y , se que no puedes creerme, pero te diré, que con la mano en el agua, creí notar la vida que, unos metros mas abajo, surcaba nadando.
Fue al llegar a la orilla y atracar cuando no supe muy bien que hacer, y de hecho, Francisco tampoco parecía muy dado a saber que demonios hacer, así que hicimos lo que, imagino que hacen todos los hombres en una situación parecida…
Nos pusimos de frente y nos dimos la mano.
Es un buen tabaco, me dijo…
El pescado estaba increíble, le conteste…
Por si no lo sabes, en ese apretón, hubo la suficiente presión para crear un diamante, uno basado en el que dos extraños habían compartido tabaco, pescado, vino y las experiencias vividas por ambos y que quizás, nunca nos atrevimos a contar a nadie mas.
Me marche de la playa, sin volver la vista atrás, el supongo que hizo lo mismo para volver a intentar arrebatar al mar alguno de sus frutos, y si quieres que sea sincero…no deje de pensar en ti.
Me encanta
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