No hace mucho, quizás un intervalo de poco mas de 15 días, un espacio de tiempo en el que surge un detalle, apenas insignificante en mi día a día laboral, una manera de relativizar un trabajo que, en muchos momentos, causa un considerable cansancio mental, y el otro, uno de esos momentos, de aquellos que me siento especialmente agradecido de tener, compartir un instante o pensamiento vivido con alguien, con alguien especial en muchos sentidos y que, a este preciso momento vital en el que estoy inmerso, ha surgido con la fuerza de un tsunami, con la tristeza de mil momentos padecidos, pero con una fortaleza, de la que muchos de nosotros, ansiamos compartir y que, en cierta forma, de la que queremos aprender.
En fin, como ya habrás notado, no soy muy imparcial en lo que se refiere a ella, motivos habidos de que creo que es alguien mas que interesante de contar en tu día a día.
Podría decirte que trabajo de cara al publico, algo muy habitual de decir, pero creo que no es lo que realmente define mi trabajo.
Trabajo con personas.
Personas a las que ha surgido en un instante en su vida, una afección mental que les ha apartado de lo que se considera que es lo correcto como modo, estilo o forma de vivir, de entender las relaciones o incluso, de determinar que es lo mas correcto para ellos mismos.
Y no, no te acepto lo de manicomio, una palabra que me traslada a demasiadas películas que crearon un estigma hacia unos pacientes con una enfermedad, de la que nadie, ni siquiera este aprendiz de letras es capaz de ser, quizás algún día, otro mas que padece una enfermedad mental.
Trabajo con personas, y en la ocasiones en las que, una simple conversación en la que ellos te cuentan su particular historia, su percepción de la vida, el porque de su estancia, de su crisis, el simple hecho, no ya de escucharles, sino de prestarles atención… marca tanto la diferencia¡¡¡, que es un placer cuando, en la replica acometes una serie de dictados nacidos en ocasiones, de tus propias experiencias, de tus propias sensaciones, de ideas que llevas manteniendo o cambiando según vas aprendiendo y que ahora, en este momento concreto, cuando quieres decirle…en ocasiones ves la curiosidad en sus ojos, en otras quizás vislumbres apatía por lo que le estas contando, indiferencia en otras, como que es imposible que tu puedas entenderles.
Pero hay otras ocasiones… en otras, surge el poder de la palabra.
Y así fue no hará…en fin, hace unos días, tras escucharle, hablando de lo que me había contado, de lo que yo creía, no se, una de aquellas conversaciones que surgen y que notas que son atendidas, en el transcurso de dicha conversación surgió una frase, la frase que ha causado todo este revuelo, una frase que conocí, por medios totalmente distintos y quizás , para algunos, inimaginable, pero ciertos, una frase que era y es la máxima que representaba mi estancia en el servicio militar obligatorio.
Nunca un no puedo.
Cuatro palabras.
Cuatro palabras que desconozco la historia que motivaran que fuera el emblema del cuerpo en el que hice mi servicio militar, pero que ya en aquella y lejana época, consideraba que era muy fuerte, muy poderosa, muy motivadora.
Comentamos la frase, y en algún lugar de el/ella la frase le cautivo.
Tanto es así, que al poco supe que se la había tatuado en la muñeca, como recordatorio de un principio básico que quería aplicar en su vida.
¿Se curo con ello?
¡Por favor!, por supuesto que no, ojala una frase dictada en un momento concreto tuviera esa capacidad, pero cuando lo estaba hablando con quien, y sin duda es así, la persona con la que mas paz me provoca y me causa, al hablarlo con ella, surgió esa frase…las palabras tienen poder.
El discurso de Martin Luther King…tengo un sueño…
La arenga de William Wallace en Braveheart…no nos quitaran la libertad¡¡¡
El agradecimiento de Winston Churchill…nunca tantos debieron tanto a tan pocos.
Y muchos mas en los que, las palabras unidas entre si, formaron todo un deseo, un sueño, una nueva forma de esperanza.
Y es así.
Esclavo de tus palabras y dueño de tu silencio, una de esas frases que lees en algún lugar y que de forma inconsciente, intentas situar en el contexto correcto y , al menos a mi me ocurre, solo puedo guardarlas en algún rincón a la espera de poder colocarla de forma correcta.
Pero si, en esta especial época en la que nos ha tocado vivir, echamos mano de imágenes continuas de situaciones que creemos que serán interesantes para…¿quien en realidad ? y olvidamos el simple y complicadisimo arte de hablar mirando a los ojos, hemos olvidado el vernos, el oírnos en reuniones en las que el tiempo no se juzga por los mensajes que recibimos o las fotos que enviamos, sino porque dicho tiempo parece no existir.
El poder de la palabra…una frase que surgió en una conversación, en una discusión en la que los dos saben que no ganara nadie, pero en la que te esfuerzas para que el otro te comprenda, para que nazca la semilla de la duda y de fruto unos instantes de reflexión.
En mi trabajo se le llama contención verbal, pero yo creo que deberíamos definirlo mas como, acordarse de que delante nuestro, existen personas con una afección, que no solo tenemos a mano los, por suerte cada vez mas eficaces tratamientos, pero no solo hemos de contar con ellos, también podemos aplicar el humor, la seriedad, la esperanza, compartir con ellos nuestras propias experiencias, que nunca podrán llegar a ser semejantes, porque solo uno sabe que pie calza y como le quedan los zapatos que ha de llevar, podemos aplicar aquello simple y tremendamente complejo que es el hablar.
Al escribir este post, me viene a la cabeza ciertos recuerdos de cuando oía esa frase, de como nos regañaban si la utilizábamos en cualquier momento de unos días llenos de retos y desafíos, que hoy, pasado ya no pocos años, te das cuenta que eran mas retos mentales que físicos.
Cuando estes agotado, cuando las piernas te fallen, cuando tu respiración te duela mas que el simple hecho de pensar en ella, cuando crees que ya has dado todo lo habido y por haber, cuando crees que debes detenerte y busques un motivo…
intenta decir que es porque no puedes…
Precioso. Jordi.
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Gracias¡¡¡¡
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Sé el poder que tienen las palabras, tanto para bien como para mal.
Y te doy las gracias por éstas, en éste momento de mi vida necesito buscar una forma de sacar fuerzas.
Nuevamente, muchas gracias.
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Vaya…no se que puedo decirte, salvo quizas gracias, gracias por decirme que mis palabras tienen un sentido para ti.
Gracias infinitas, porque ello me hace sentirme agradecido.
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Hablar, conversar mirándose a los ojos… por qué algo tan sencillo es tan raro y tan difícil de disfrutar. Cierto es que siempre se puede, pero no se consigue. Y ese inmenso poder solo está en nosotros, no le echemos la culpa a lo «accesorio». Buen post, gracias por compartirlo. Un abrazo y feliz domingo..
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Gracias a ti, aunque de todas formas, hay que reconocer que lo «accesorio» tiene un poder…. pero gracias por tu aporte, por tus palabras y por tu animo.
Gracias
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Muy bien expresado, me gustaría encontrarle y tomar un café sin palabras a ver qué surge.
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Vaya,no se qué decir.
Pero gracias por tus palabras.
Y quien sabe, ahora mismo está la incógnita de saber quién es quién me dedica estas letras.
Pero gracias, es un placer saber que lo que uno vuelca, en ocasiones de forma compulsiva, es del agrado de quien lo lee
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