Un momento

Me gusta pasear a estas horas, vacías de gente con prisas, llenas de espacios por los cuales detenerme y poder contemplar sin prisas.

Ya se que quizás, en estos tiempos, no sea muy seguro, sobre todo, por parques casi a oscuras, poco frecuentados, pero es a estas horas cuando mas disfruto de mis momentos mas íntimos.

Y seamos sinceros, ya me conoces, no soy precisamente un bocado fácil, mis gesto adusto, e incluso cierto físico poco proclive a dejarse intimidar, me ayuda a tener cierta libertad y tranquilidad para pasear.

Quizás es lo mas me sorprendió, verla allí, en un banco sola, sin animal de compañía presumible de pasear, una simple mirada que le lance y ninguna que recibí.

No le di mas importancia, aun yo, con mi inagotable curiosidad por el ser humano, se que en ciertos momentos, necesitamos nuestra propia intimidad y solo me limite a imaginarme mil y un motivos distintos para que se encontrara a esas horas y ahí, recordé que no hace mucho, yo mismo estuve en un banco parecido, horas y días, solo pensando, recordando, decidiendo, penando incluso, así que…….

Me di la vuelta.

Se que quizás ella a verme pasar de nuevo, podría creer en mas de una intención oculta y deshonesta, pero no fue así.

Estaba llorando.

Me senté a su lado, lo más alejado de ella que me permitía el asiento del banco, solo me limite a sacar los pañuelos y ofrecérselos.

Ella se dio cuenta que había alguien a su lado, tal era la pena que le embargaba que ni cuenta se dio hasta entonces de mi presencia.

Mirada con temor ante una mano extendida y una breve sonrisa sin palabras que decir.

Gracias.

Solo una palabra por su parte.

Yo permanecí ahí, a su lado, dos extraños sin decir nada, ambos quizás sorprendidos, y ambos esperando ver quien comenzaba ha hablar, a retirarse, a decir cualquier cosa…..

Pero el tiempo seguía pasando, y no podía retirarme, había iniciado algo, debía continuarlo, debía acabarlo, así que solo surgió una frase.

¿Puedo ayudarte?

Y su mirada, llena de lagrimas que brillaban por la luz tenue de las escasas farolas de ese parque, sus ojos…..pero fueron sus labios los que dijeron… ¿puedes escucharme?

Asentí, y ahí comenzó una noche que acabo con la salida del sol, con el frió del amanecer, con los ruidos propios de la ciudad que despierta.

Historia común, poco original dirías incluso al conocerla, amores prohibidos, no correspondidos, el ansia de tu vida que crees acabada, el casi convencimiento de que el es el único capaz de llenar tu vida solo con una mirada, un gesto, una caricia, una sonrisa lejana en la distancia, un hola en una pantalla fría incluso.

Poco hable, ella solo me pidió que la escuchara, no quería ser juzgada, ella misma era la mas estricta juez, jurado y verdugo, pero si que asentía ante algún comentario, si que mi cabeza iniciaba un gesto de negación ante alguna de sus afirmaciones.

Su historia acabo con el sol ya mas alzado, su mirada casi avergonzada por haber contado algo tan intimo a alguien tan desconocido, casi esperando un discurso, un consejo, e incluso quizás, una recriminación por ciertos pensamientos que en un momento determinado, yo los había conocido bien, ella había experimentado.

Pero solo pude decirle….

¿Tomamos un café?, es la hora del desayuno y tengo hambre.

Su mirada indicaba que se sorprendió, pero luego lo entendió, habia surgido un nuevo dia, un nuevo comienzo, un nuevo principio.

Si, me apetece.

Y nos fuimos a desayunar.

12 comentarios en “Un momento

  1. Ésta entrada pasa a ser una de mis favoritas.

    Tu no le diste un momento, como adelanta el titulo, le diste lo q necesitaba: tiempo y compañía.
    Ayssss me hizo evocar a Godsy (no sé si se escribe así)
    Solo que yo siempre tendré la duda de si fue suficiente…

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    1. Uno nunca puede ni debe quedar con la duda, puesto que dio en ese momento lo que se necesitaba, aún mucho más que todos aquellos que pasaron por su lado mirándola sin ver.
      Gracias por leerme y aún más por tus palabras.

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    2. Carolina

      Ooooh me encanta esta historia y como la has contado. Te he reconocido en ella, te he visto en el banco con el pañuelo y he oído tu voz ofreciéndote a ayudar. Ese eres tu, sin duda. Y como me alegro de haberte conocido! (y reconocido en la historia)

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