Sin espejo retrovisor

No creo ser el único que intenta escribir en la mas absoluta soledad, en el mayor de los silencios, en esos raros y escasos instantes, uno cree que surgirán las mayores y mejores ideas, las increíbles frases que resumirán brevemente todo aquello que uno ansia contar, plasmar en unas hojas en blanco, y utilizamos todos los recursos posibles, nos aislamos con auriculares, nos encerramos en habitaciones, nos vamos al quinto pino para no escuchar nada…

Pero es imposible, es casi casi como la soledad, uno puede estar solo, tener el siguiente ser vivo a mas de mil kms, cuando lo único que cuenta es si te sientes solo, porque lo demás… es relativo.

Así comienzo yo, quiero estar solo, no ver a nadie, quiero el silencio cómplice de las letras, cuando en realidad no puedo estar mas equivocado, porque necesito la intervención del sonido de una música, la frase que me vuelca en estas lineas, aquella que me provoca un deseo repentino y feroz de escribir, y que en ocasiones, solo puedo bosquejar en una breve idea en una pantalla de móvil, en un apunte de papel.

Como hoy, una simple visión de un coche, bueno, llevaba cuatro ruedas, algo parecido a un chasis, y creo que había un motor debajo, claro que puedo estar equivocado, ya que iba carretera abajo, pero vamos a conceder el beneficio de la vida a ese trasto y le llamaremos coche.

Pensaras que puede haberme atraído de el, que particularidad, que color chillón pudiera llamarme la atención, que ruido infernal pudiera gestar para que alguien girara la vista.

Pero no, todo ha sido porque no llevaba espejos retrovisores.

Tal cual, no llevaba espejos retrovisores.

Y ya esta, se encendió la idea, surgió con tanta fuerza que no sabia como demonios guardar tal concepto, y comenzaron a surgir frases y frases, cosas que quería plasmar, ideas que contar, poderte decir todo aquello que surgía, con una prisa increíble por que no se olvidara ni una mínima fracción de todo.

Sin espejos retrovisores…

Tal cual como en ocasiones vivimos, sin mirar hacia nuestra espalda cuando queremos girar, cuando deseamos darle una nueva dirección a nuestro destino, no miramos por si viene alguien mas, para cederle el paso si viniera con mas prisa, con mas velocidad, quizás aquella que le dan los pocos años de experiencias..

Vivimos sin mirar hacia atrás, sin importarnos en ocasiones que pasara cuando giramos, marchamos siempre hacia delante, creyendo que solo en ese sentido esta el… ¿el que?.

Cuando arrancamos la marcha de esta vida, comenzamos con el deposito lleno, las ruedas están con todo su dibujo, con el nivel optimo de aire, los niveles de aceite, de agua, los filtros, las luces perfectas, incluso los útiles para reparar cualquier pequeña averiá, están ahí, en su sitio guardados y ademas, tenemos la documentación en regla.

Durante un cierto tiempo, caminamos solos, vamos por la carretera solos, quizás nos acompañan algún que otro viajero durante un tiempo, marchamos cada uno en nuestro carril, la autopista es de varios carriles, hay espacio para poder coincidir con mas aventureros, incluso con algunos de ellos, coincidimos en muchos kms de ese tramo que hemos decidido seguir.

Solo vemos el horizonte lejano, el sol que se pone en la distancia, el que surge en una fría mañana, las lunas que en ocasiones nos alumbran esas noches mágicas que siempre ansiamos repetir, pero en ocasiones, debemos de cambiar de carril, deberíamos coger otra carretera, quizás alguna secundaria, creemos que de menor facilidad para coger velocidad, pero en esas ocasiones, pocos nos damos cuenta que se nos ofrece ir a una marcha mas lenta y disfrutar no solo de aquello que nos surge delante, sino de lo que surge a nuestro lado.

Y para coger esas carreteras, es bueno mirar por el espejo retrovisor, poder estar seguro que no surge otro coche que tenga la misma idea, que no ha sabido reducir la velocidad suficiente y lo catalogamos como uno que en la próxima curva se estrellara, se dará de morros, no porque no este preparado o no tenga las condiciones en buen estado, pero a estas alturas, uno ya sabe que hay que moderar los impulsos, quizás incluso para en un arcén, mirar el mapa que nos hemos propuesto completar y tras pensar…retomar la marcha, porque eso es algo que nunca hemos decidido renunciar, tener la decisión de comenzar siempre otra carretera nueva.

El espejo nos previene, nos advierte, nos avisa de que ciertas decisiones pueden conllevar un, llamemoslo parón en nuestro destino, hemos de saber cuando utilizarlo, para así poder retomar la marcha, para poder seguir nuestro camino.

Hay quien cree que lleva un Ferrari, que puede ir siempre a la máxima velocidad, que no hay carretera que no pueda cruzar, hay quien lleva un camión , uno de esos extra largos, con un contenedor vació a la espera de poder ir llenándolo de experiencias que acumulara por el camino, sin importarle aquellos que solo acumulan sellos que emiten los peajes de las fronteras por las que pasan.

Pero todos nosotros, los que acumulamos cargas y mas cargas, los que somos de diésel, lentos pero constantes, los que solo llevan gasolina de 98, los que gastan 25 litros por km, los que solo saben apretar el pie contra el acelerador, todos ellos y aun mas, todos nosotros, en algún momento, hemos de mirar hacia atrás, hemos de utilizar nuestro espejo retrovisor.

Nos cuesta en ocasiones, tenemos prisa en un mundo que nos dice que vivir es viajar sin haber conocido las propias carreteras, que acumular sellos en una libreta es signo de haber vivido, hay prisa, para todo hay prisa, en ser feliz, en que te quieran por mas allá de lo que ofreces en lugar de por lo que eres, hay prisa para casi todo.

Mi coche ya tiene varias ITV pasadas, ha necesitado varios remiendos, incluso no hace mucho, estuvo a punto de ir al desguace, menos mal que el mecánico le encontró pronta solución a la averiá, así que decidí retomar la marcha de nuevo, cargue el deposito, mire los niveles, cambie filtros, repase mi documentación y cuando creí que todo estaba en orden, mire hacia atrás, por el espejo y me incorpore a la carretera.

De nuevo sigo en marcha.

24 comentarios en “Sin espejo retrovisor

  1. Anónimo

    Brillante reflexión amigo! un 10/10. Me recuerda a un texto que escribí haciendo referencia a las señales de tráfico como señales de vida, momentos en los que parar, ceder el paso o acelerar en según que tramos.

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  2. Tú lo has dicho. El espejo retrovisor solo nos previene y nos avisa, pero no nos lleva, vamos nosotros si no nos adelanta nadie, claro. Malo es correr más de lo debido, sin depender de ningún tipo de combustible, solo el sentido común y la racionalidad. Buen post. Un abrazo.

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  3. Jordi, qué sorpresa al leer el título de la entrada, el mismo que el de mi blog. No he sabido si establecer alguna relación como una pista conceptual, un guiño o ninguna, pura casualidad. Bien traído lo del vehículo como metáfora de la vida, mucho más contemporánea que la del viaje. Saludos

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