Dos instantes

Se que soy un antiguo, no ya tanto en edad, sino mas bien en ideas, conceptos e incluso, modos de pensar, sin que por ello me considere retrogrado e inmune a cambios.

Todo este inicio, viene dado por dos momentos muy particulares.

En uno de ellos, un retorno en tren, después de un dia de trabajo, vino dado por las miradas sin mirar a una anciana, de ojos azules clarisimos¡¡¡¡, que andando tambaleandose por el vagon, echaba miradas de reprobación a todos aquellos, que sentados y con 80 años menos, no alzaban la vista, so pena de que la vergüenza les obligara a cederle el sitio, que con tanto esfuerzo, casi una guerra sin cuartel, habian conseguido como botin, como premio.

Y claro, soy el antiguo, el que se levanta del sitio, le sonrie, le señalo mi sitio y miro con mala leche al simpatico de al lado que parece querer coger carrerilla, y apalancarse el el vacio entre las dos, por cierto, espectaculares compañeras de viaje, suerte que tenia hoy puñetas¡¡¡¡ , para variar, no me habia tocado uno de esos a los que el jabon, desodorante o cualquier otro utensilio de limpieza, no existe en su idioma, en fin, lamentos internos aparte, de los cuales, no puedo hacer expresivos, me coloco a un lado del vagon, retomo mi lectura, sigo con mi musica, por cierto, esplendidos Nickelback, y hala, a aguantar los vaivenes del metro entre estacion y estacion, hasta llegar a mi destino.

Curiosamente, una estacion antes de llegar, la anciana se levanta, quizas porque cree, o porque sabe lo que le costara llegar a tiempo a la puerta, se levanta con anticipación, espera junto a la puerta, no mas alla de un metro de mi, y antes de que se detenga el tren, gira brevemente la cabeza con un gesto de aprobación y una sonrisa con el gracias apenas entonado.

Supongo que el conductor del metro debio de enterarse, porque sino, no sabria explicar que en el transcurso de estacion a estacion, mi puño agarrase con mas fuerza donde me aguantaba, que mis piernas aguantasen con mas firmeza, casi soldadas al suelo del vagon, y que, te parecera increíble, hubiera crecido unos centímetros.

Un simple gesto de aprobación, por un acto simple.

Un acto de educación falto en este perro mundo que nos esta tocando vivir.

El otro momento particular de este, desde luego y sin dudarlo, dia especial, vino dado por la parte contraria, un mocoso de apenas siete o diez años, lo siento, mi capacidad de deducir la edad, como ya conoces, es francamente penosa, en fin, un zagal, un rapazuelo, un chiquillo, un enano de esos muchos, que faltos de modales que, al parecer desconocen los padres, en mas de una ocasión, deseas que vuelva Herodes y haga limpieza.

Siento curiosidad, porque destaca entre el grupo, algo mas callado, menos maleducado, pero con una cierta mirada, no sabria describirtela, hasta que la reconoci.

Imaginate la situación, situate en el contexto, dos docenas quizas de pequeños atilas, gritandose los unos a los otros, empujandose y acordandose, no se como lo saben, del origen y oficio de la madre del otro, y en estas, a punto de cruzar un semáforo, en plena avenida, que uno de ellos, este personaje, se acerca a uno de sus compañeros, que lleva dos muletas y se coloca a su lado.

Semáforo en verde, estampida general de todos los pequeños barbaros…..menos el.

No pienses que lo coge dulcemente del brazo y lo acompaña, no, incluso quizas creas que le dirigira palabras de aliento, no, nada de eso, se limita a estar a su lado, acompasando su paso al de su colega, amigo, compañero, vecino, que se yo, sin dar muestras de fastidio ni prisa por ver como el semáforo comienza avisar de que cambiara de color.

El semáforo cambia, los coches comienzan a tener prisa por seguir con su carrera, y uno de ellos, pobre infeliz, que esta delante de estos dos personajes, se le ocurre tocar el claxon.

El de las muletas intenta apresurarse asustado, pero su amigo no actua igual, y aquí comienza mi asombro, porque cuando justo estaba a punto de nombrar a la pobre madre del conductor, ese zagal, rapazuelo, chiquillo, un enano de esos muchos, coge a su amigo por el brazo y se gira mirando al conductor.

Creeme si te digo que las miradas matan, lo creo firmemente, y que si aquel, cuya madre iba a nombrar, llega a bajarse del coche,ese zagal, rapazuelo, chiquillo, un enano de esos muchos, sin duda, le hubiera dado las del pulpo, y si por una casualidad, una suerte del destino, el conductor hubiera sido el ganador de la pelea, juro por lo mas sagrado, que los que estabamos ahí, le hubieramos abierto en canal, porque todos sin excepcion, creo incluso que el propio infeliz que se le ocurrio hacer apresurar el paso a un pobre con muletas, vio la determinación en la cara del niño, y si no la hubieramos visto, hubieramos actuado por igual, porque todos escuchamos la voz de el diciendole a su amigo…….te di mi palabra que te ayudaria.

Te di mi palabra…….

¿Dónde demonios lo escucho?

¿Qué sabria el de dar la palabra y mantenerla, pagando el precio que tenga que pagarse?

Muchos nos miramos y nada nos dijimos, pero todos estabamos convencidos de que ahí, en ese cruce, habia pasado todo un futuro.

11 comentarios en “Dos instantes

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