La Gomera I

He de pediros disculpas, básicamente porque lo que hoy y en los días posteriores publicare, serán las crónicas de mis días de vacaciones en una isla pendiente que tenia, La Gomera, y se que no es precisamente mi estilo, pero quería probar, quería hacer algo distinto, eso si, como siempre he dicho, todo lo que aquí escribo es real, algo así como un 99,99 por ciento, y que ese pequeño margen que queda, lo utilizo para poder encontrar las palabras que sustituyan y me ayuden a expresar a lo que sentí en ese momento, así que sin mas dilación…

Llegar a tu destino, de noche, a través de una carretera estrecha, con arboles justo a tu lado, con un viento fuerte, intenso, huracanado en ocasiones, con niebla, una carretera de pesadilla, con el miedo que lleva el absoluto desconocimiento de donde demonios estas, o cuanto te falta para llegar, respirando al ver a lo lejos un cartel informativo, que te indica que en breve llegas a tu destino, y aun mas, que vas bien encaminado, esa llegada y descarga del coche, dirigirte al apartamento que sera tu hogar durante este tiempo, escuchar a lo lejos, perdón, no muy lejos, porque el sonido llega fuerte, de las olas rompiendo contra las piedras, el viento fuerte que las acompaña, incluso notar como te mojan pequeñas gotas, que crees que son lluvia y en realidad es agua de mar que ha saltado empujada por ese viento…pero toca comenzar a guardar cosas, ordenar, y ¿sabes?, tengo hambre, así que toca acercarse a ese restaurante que has visto cuando llegabas y pedir algo para comer.

Te acompaña ese suave acento que tan característico es de estas islas, esa manera especial de acariciar las letras, y comienzo a disfrutar de mi estancia, y aun mas,cuando, dejándome llevar por la experiencia de quien me comenta la carta, solo le digo que tengo hambre y que estoy abierto a lo que me quiera ofrecer.

¿Has visto a un gato relamerse?, pues así debió de sentirse ella, porque acto seguido, con un tono aun mas alegre, si ello es posible, comenzó a desgranar todas las virtudes del pescado que habían cogido por la mañana ¡¡pescado fresco!!, regado por esa salsa tan característica, en fin, no insistí mucho, y acto seguido, tenia delante mio…placer de los dioses.

Comí bien, sin prisas, paladeando el plato, incluso, y que me perdonen los amantes del protocolo y de las buenas maneras, rebañándolo con ese pan que me permitió dejar el plato tan limpio que casi no hubiera hecho falta lavarlo, bueno, eso si, las espinas las deje en un rincón.

Yogur con plátano y miel de palma, aun recuerdo ese postre, recomendado por la cocinera, y bueno, que mas puedo añadir, un colofon genial a mi primer día en La Gomera.

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