Espera

Espera…..

El café se va enfriando entre lo dedos….

No dejas de mirar, con la vision de rayos x que posees, tras las puertas del bar donde esperas, crees que la siguiente sera ella…..

Recuerdas el ultimo mensaje, pero te aseguras releyendo una y otra vez en esa fria pantalla que, últimamente, tan importante y necesaria se te ha vuelto en tu vida, en tu dia a dia.

Recuerdas el porque, el como, el cuando, y todo ello apenas te merece unos segundos de tiempo, estas pendiente de verla aparecer, quizas con el semblante presuroso por saber que la estoy esperando…….

Y, claro esta, cinco milesimas de segundo que tu vista desaparece de la puerta, quizas mirando el reloj, agitando quizas ese café del cual, apenas conservas ya un breve poso liquido, ella esta a tu lado, sonriendote, con un hola en sus labios y la pregunta de rigor….¿hace mucho que esperas?.

Ya me ha pillado.

Si le digo que siempre llego media hora antes……. malo.

Si le digo que apenas acabo de sentarme……malo.

Si le digo que estaba nervioso como un colegial por si no venia…….malo.

Asi que, miento como un bellaco, y le digo que no tengo ni idea, que no me habia dado cuenta de la hora que era, que estaba distraido con la tele del bar…¡¡¡¡puñetas!!!! esta cerrada, que estaba mirando el periodico, que por cierto, no tengo encima de la mesa, ni cerca ni nada de nada, asi que saco el recurso del movil, el cual estaba actualizando o cualquier otra palabra que se asemeje a que conozco la tecnología esta del demonio.

Y comenzamos a ponernos al dia, le cuento, ella me cuenta, me rio, ella se rie, me pregunta, yo le pregunto, y sin darme cuenta, estamos en la calle, previo pago del café que me habia tomado antes, eso si, en fin, comenzamos a andar por las calles, no dejamos de hablar, aunque para ser sincero, ella es inacabable¡¡¡, pero me gusta oirla, al fin y al cabo, no deja de sorprenderme el mero hecho de que le guste mi compañía, y le gusta¡¡¡¡, algo de lo cual, ella misma reconoce con alegria y sorpresa.

Y al igual que yo mismo, estamos llenos de dudas, de no saber si es lo correcto o acertado, nos contamos nuestros miedos, y sin darnos cuenta, nos hemos sentado de nuevo, la conversación se llena de silencio complice, y al retomarla, ambos nos encontramos comodos, y nos lo comunicamos sin decirlo, solo reclinandonos en las sillas.

En ocasiones, las esperas valen la pena.

 

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