Sol y viento.
Uno que te ciega, el otro que ensordece.
Uno me impide ver algo mas allá de una mirada entrecerrada, de un brillo imposible de contemplar y apreciar en todo su detalle.
El otro me impide escuchar algo mas que susurros cuando pasa a través de cada objeto, incluido yo mismo.
Así que debo pararme, es arriesgado seguir sin poder ver, sin poder escuchar.
Y me sonrió para mi mismo, al fin y al cabo…….bueno, eso ha sido algo habitual en mi día a día, no porque no pudiera, sino porque no queria, lo que consigue que sea mas cruel el recuerdo, al fin y al cabo, estaba en mi mano, esta en las tuyas, esta en la de ellos, el ver o no, en escuchar algo mas que aquello que deseamos oir.
Puedo ponerme un protector para el brillo del sol, puedo resguardarme del viento con capas y capas, pero no hay nada que me proteja de las decisiones que se tomaron al abrigo de la ceguera y sordera impuestas por uno mismo.
Y descubres la libertad.
Decides ser tu mismo, aceptar que no eres infalible, que eres capaz de hacer cosas y actos hermosos, decides ver que aquellos que están a tu lado son personas llenas de virtudes de las que aprender y de defectos de los que aprender mas aun, decides escuchar mas allá de lo que te interesa para así poder juzgar lo importante y te encuentras con un placer que desconocías, el placer de escoger.
Y al final…..al final me he colocado las gafas de sol, me he levantado la capucha, y he seguido andando, girando la cabeza en ocasiones para escuchar el murmullo del aire, he levantado la vista y he contemplado el brillo que el sol impregna a todo lo que me rodea.
Giro incluso la cabeza para jugar con el sonido que me envuelve, disfruto de cada matiz de luz y sonido, disfruto de todos y cada uno de los momentos que escojo.
Y sabes?
Tu eres uno de ellos.